Especialmente la dimensión psicoespiritual, tan desconocida y compleja para la mayoría de las personas, adquiere total relevancia en las últimas etapas de la vida, en las que el enfermo y los familiares se enfrentan a las cuestiones más existenciales y esenciales del ser humano, debido a la naturaleza del hecho de morir. Atender o no atender esta esfera puede ser decisivo a la hora de transformar la vivencia de todo el proceso, como hemos venido constatando en casi todos los acompañamientos realizados en el CBH. Los profesionales y los cuidadores habitualmente no están familiarizados con el acompañamiento espiritual, y es por ello que, en muchas ocasiones, se obvia el abordar estos aspectos, que son fundamentales para la persona que está por partir.
Se confunde normalmente la espiritualidad con la religión , y es verdad que en el caso de personas creyentes muchas veces es lo que sostiene más a la unidad familiar. Sin embargo, es interesante entender que ambos términos no son sinónimos. La espiritualidad, entendida como algo inherente al ser humano, asumiendo una espiritualidad laica y universal, no es patrimonio de ninguna religión o dogma.
En un hospice, toda la comunidad está orientada en la misma dirección, con el objetivo de ofrecer este tipo de cuidados y de acompañamiento. Para ello, como también ocurre en el CBH, un hospice necesariamente tiene que contar con el apoyo de una red de voluntariado que, tras una necesaria formación,puede ofrecer un acompañamiento compasivo en todas las dimensiones de la persona, sea cual sea la tarea que realice.
Esto es así dado que una de las premisas principales del hospice es la libre y gratuita disposición del servicio a todo aquel que lo necesite, sin discriminación de raza, credo o nivel socioeconómico. El servicio hospice surge de una necesidad social, y los que se sienten inclinados a ayudar y a acompañar en este momento tan especial de la vida de una persona, comprenden que los seres humanos necesitamos la presencia amorosa y compasiva de los otros que nos ayudará a cerrar nuestro ciclo bajo un clima de significado y valor otorgado a la singularidad de nuestra vida.