En la vida los seres humanos nos comunicamos con los otros. Hablamos mucho, pero muchas veces estas palabras están vacías, no llevan implicación o conciencia en ellas. Repetimos patrones y expresiones aprendidas sin pararnos a discernir ni pensar en aquello que vamos a comunicar.

En ocasiones queremos expresar algo a otra persona y, al final, acabamos transmitiendo lo opuesto a lo que queríamos haber expresado. En otras ocasiones, no sabemos qué decir y decimos lo primero que se nos pasa por la mente que suele ser una coletilla.

En los momentos de acompañar a alguien en los procesos de enfermedad y el proceso de final de encarnación, nos solemos quedar más bloqueados a la hora de comunicarnos con el otro.

También creemos que no comunicamos o no comunicamos bien porque no estamos preparados.

La comunicación con uno mismo es esencial para que fluya la comunicación honesta y veraz. El trabajo de autoconocimiento es básico para generar una comunicación que sea auténtica.

No consiste en aprender técnicas de comunicación sólo, porque éstas si no tienen un trasfondo de compasión, de conciencia, quedarán vacías.

Trabajemos con nosotros mismos, nuestro autoconocimiento, discernimiento y conexión para que esa comunicación auténtica fluya desde el corazón.